Si algo necesitan los niños del llamado primer mundo es un lavado de imagen o, dicho más técnicamente, un plan de comunicación. Nuestros niños tienen mala imagen y alguien debería rascarse el bolsillo para pagarles una campaña de relaciones públicas como "el capital" manda.
Tienen fama de ser mocosos, caprichosos, manipuladores, chantajistas y resabiados. Hasta la literatura "experta en educación" habla de pequeños dictadores o niños terribles, proponen poner límites a sus peligrosos deseos y el "no" como forma para ayudarles a crecer. El ideario popular cuenta con expresiones como: sabe más que los ratones "coloraos", te está poniendo a prueba o mientras más llora menos "mea"… que casi siempre se achacan a niños y pocas veces para su beneficio.
Propongo desarrollar una estrategia en medios de comunicación (prensa, radio y televisión) y en los llamados medios sociales (redes sociales de Internet, foros, blogs, etc.), dirigida a padres, madres, abuelos, tíos, personal sanitario y educadores.
Los mensajes serían: No se despiertan por las noches para fastidiarte (su ritmo de sueño es diferente); No se dejan siempre los tres últimos bocados en el plato para atormentarte (¿no será que le pones demasiado?); No se ponen insoportables cuando los recoges del cole (quizás quieran llamar tu atención porque te han echado de menos).
Las tácticas serían envío de notas de prensa a medios de comunicación con estos titulares: "mamá, todavía no sé hablar y si lloro es porque necesito algo"; "papá, no quiero comerme esa última cucharada que el sr. Danone se empeña en poner de más en mis yogures"; "mamá, no soy un reloj, no tengo ganas de ir a la cama a las 8:57"; "papá, si dejas esa figurita a mi alcance ¿realmente pretendes que no la toque?".
Las mamás y papás blogueros podrían dar a conocer estos mensajes, compartir información sobre la corriente de la educación basada en el apego, el cariño, la educación democrática y la empatía.
Para evaluar la campaña lo haríamos de dos formas, cuantitativamente: midiendo la longitud de la sonrisa de nuestros niños y cualitativamente, evaluando si hemos desterrado ese concepto de "niños abusones" de las sociedades industrializadas.
El presupuesto sería 1.000 besos babosos, 700 en concepto de honorarios y 300 para gastos.